En mis viajes a París, que durante años han sido un par al año, cuando recorría las librerías siempre acababa saliendo con una guía de la ciudad. A los franceses les encanta hacer guías de diferentes temas sobre "su ciudad preferida" y siempre puedes encontrar una u otra recién editada. Desde guías geográficas, literarias, hasta artísticas, gastronómicas, etc... y en todas ellas un único referente y ciudad, París.
De todas ellas, las que más tengo son las guías literarias, pero una de mis preferidas es esta, que es objeto de esta entrada, Ateliers d'artistes à Paris. Jean Claude Delorme, Anne-Marie Dubois. Fotografias de Martine Mouchy. Parigramme, 1998.
La guía se inicia con una introducción sobre el concepto de atelier. Y siguen "los artistas bajo la monarquía del Louvre a los hoteles particulares", "el siglo XIX, la edad de oro de los ateliers". "Los talleres de la modernidad 1905-1930", y para finalizar "Los talleres barrio por barrio". Como se puede ver todo un panorama sobre los artistas y sus talleres desde el siglo XVIII hasta el XX.
De entre todos los talleres he escogido uno La Ruche, el numero 2 de la calle Dantzing. Un edificio que se construyó con los restos del Pabellón des vins edificado por Gustavo Eiffel y restos de otros pabellones de la Exposición Universal de París en 1900.
La Ruche se inauguró en 1902 y albergaba 200 artistas que pagaban un pequeñísimo alquiler. Lo hizo construir Alfred Boucher, un escultor muy de moda en la época, para ayudar a los artistas. En su primeros años tuvo como inquilinos a Chagall, Soutine, Modigliani, Leger, Zadkine.... Estaba dividido como un queso en porciones y tenía tres plantas.
Posteriormente a partir de 1920 y sobre todo debido a la ocupación alemana, que hizo huir a casi todos sus ocupantes, fue degradandose hasta que, en los años 50 alrededor de Rebeyrolle, vuelve a formarse un pequeño grupo el de la jeune peinture.
Hacia 1970 el estado protege el edificio debido a la ayuda de Andre Malraux, entre otros, y es a partir de esta última época en la que las cosas cambian, por lo que hay que ser un artista reconocido para tener un taller como lo tuvo Eduardo Arroyo, etc...
Dando vueltas al tema recuerdo que leí, que los González, Julio, Juan y su padre tenían su taller de forja al lado de mi casa, en el pasaje de la Concepción que va de Passeig de Gracia a Rambla de Catalunya, entre la calle Rosselló y Provença. Lo tuvieron hasta que Julio decidió irse a París, y se llevó con el a toda su familia.
Y siempre esa repetida reflexión hasta la saciedad, sobre la desaparición de espacios, talleres, edificios, tiendas en mi ciudad. Solo hay que ser conscientes de la perdida de arquitectura industrial, que ha sufrido la ciudad de Barcelona en estos últimos 20 años.
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